Ya no tengo 20 años. A los 20 me iba última de una fiesta, y seguramente con ganas de seguir de rumba. Hoy, varios años después, y con dos hijos, a duras penas resisto el 70% de una boda. Aunque no tuve que hacer un esfuerzo demasiado grande para acompañar hasta el final a Mariana y a su flamante esposo en su matrimonio. Fue una fiesta fabulosa, relajada, con mucha gente amiga y superdivertida (pero mis pies ya no resisten tantas horas sobre tacones). Nos encontramos con muchas personas que desde que vivimos en Miami no habíamos vuelto a ver, porque no están en la lista de visitas prioritarias, y fue realmente agradable verlos. Claro que quedamos en escribirnos, en recibirlos en Miami cuando quisieran y tantas otras cosas que quedarán ahí, en esa conversación, pero se siente bien hablar con gente que te conoce desde niña. Y hablando de niñez, Tomy y Sofi no podían faltar, se casaba su tía. Después de la comida, cayeron rendidos de sueño en unos sofá del salón. Se los veía tan plácidos.

La parte mala de ese cuento es que no me podía distraer mucho, Sofi todavía se cae de las camas, y tenía que cuidar que ningún distraído se sentara encima o se les cayera algo sobre mis niños. Claro que nada de eso sucedió, pero ¿por qué será que las madres siempre pensamos en todos los escenarios nefastos posibles en todo lo que tiene que ver con nuestros hijos? A los 20 ni se me ocurrían todas estas cosas.

El día después de la boda fue letal, no solo por el cansancio y los efectos que dejan el alcohol y el baile, sino porque tenía que poner mi mente en sintonía maletas una vez más. La vista a casa estaba por llegar a su fin. Justo cuando uno se siente relajado y a gusto, es cuando tiene que partir.
Me conozco tanto ya, que antes de venir escribí una lista con todas las cosas que tengo y quiero hacer en Miami cuando regrese, para evitar angustiarme por la despedida de mis padres y sentirme motivada por la vuelta a casa. En el papel dice:

• Averiguar curso realtor (necesito balancear mi trabajo de mami full time)
• Retomar clases de tenis (llevarlo a Tomi para que empiece en el mismo horario)
• Organizar closets(esta no es muy atractiva, pero iba a archivar toda la ropa de los niños que ya no les va, y a regalar lo que no uso, ¡necesito espacio!)
• No faltar a yoga (siempre encuentro una excusa, y es algo que me hace muy bien)

Si hay una palabra que no figura en esa lista es “rutina”, que es lo que verdaderamente me espera. Y dieta, que es lo que debería hacer luego de esta estadía gourmet en lo de mis padres. ¡Es que mi madre cocina tan rico!
Bueno, lo único que tengo que retomar en este instante es la organización del retorno. Muchas maletas por hacer me esperan.
¡Hasta la próxima!

Cata

Comments

comments